jueves, 5 de diciembre de 2013

¡No puedo!


El pequeño, de unos seis años, era el alumno más travieso de la clase. Un día, el profesor perdió la paciencia con él y lo echó con un fuerte grito de la clase: ¡Fuera! Al cabo del rato el profesor, preocupado, dejó la clase al mando de otro y salió en la búsqueda del muchachito. Pero no lo encontraba por ningún lado y fue asustándose cada vez más. Por último entró en el Oratorio del colegio y, aliviado, comprobó que allí estaba, muy cerca del Sagrario. Por el silencio reinante alcanzó a oír la oración en voz alta del chavalo: Señor, yo quiero portarme bien, ¡¡ pero NO PUEDO !!

Escribe el Papa Francisco, en la Evangelii gaudium, sobre una de las causas por las que dejamos la oración:
 "...Pensamos que Dios nos exige una decisión grande, que no estamos todavía en condiciones de tomar. Esto lleva a muchas personas a perder el gozo en su encuentro con la Palabra, pero sería olvidar que nadie es más paciente que el Padre Dios, que nadie comprende y espera como Él. Invita siempre a dar un paso más, pero no exige una respuesta plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible. Simplemente quiere que miremos con sinceridad la propia existencia y la presentemos sin mentiras ante sus ojos, que estemos dispuestos a seguir creciendo, y que le pidamos a Él lo que todavía no podemos lograr."

1 comentario:

David dijo...

La fe en Cristo la debemos asumir con humildad, y transmitirla a los jóvenes,de la misma manera. Los parámetros que los hombres hemos creado que sean con amor, no obligados. Transformemos un corazón humilde, y humildes serán sus actos.

En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...