Vamos a contar un Cuento de Navidad en tres partes, para no hacerte largo el cuento.
Precisamente el Papa Francisco acaba de decir a un grupo de familias italianas con muchos niños que LA NAVIDAD NO ES UN CUENTO.
Es decir, según mi interpretación: El Misterio es tan grande que ES VERDAD. El Evangelio es apertura a la Verdad...
Vamos con el Cuento, con la narración:
El Ángel chico tenía la cara redonda y colorada. Sus alas demasiado pequeñas le hacían llegar siempre el último en las competiciones; también era un poco torpecillo a la hora de saltar.
Los ángeles grandes decían sin malicia:
− El ángel chico vuela pesado como una piedra.
− Es que tiene tan cortadas las alas.
− Todavía no ha adquirido experiencia decía un ángel mayor.
A pesar de su torpeza el ángel chico tenía un humor excelente porque sabía que, aunque Dios lo había hecho pequeño, lo había capacitado para adorar y querer. Lo borroso para él hubiera sido que no lo hubiera llamado a la existencia.
Era feliz y no deseaba mayor estatura aunque nunca se le confiaran encargos de responsabilidad. Había ángeles grandes de nombres sonoros que con frecuencia bajaban a la Tierra mensajeros de una misión.
Era alegre e ingenioso; amigo de divertir. Por esto Dios le hizo su juglar.
No había fiesta en el Cielo en la que el ángel chico no hiciera las delicias de Dios, sobre todo de Dios Hijo que sentía por el ángel chico una especie de predilección.
Un día, Dios Padre reunió a todos los ángeles. Por la gravedad de su rostro intuyeron que se trataba de algo transcendental. Después de una larga adoración por parte de los ángeles Dios Padre le revelo que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad −el Hijo− iba hacerse hombre en las entrañas de una mujer nazarena.
Luego Dios Padre le comunicó al arcángel Gabriel que llegada la plenitud de los tiempos iría a la Tierra portador de una embajada para la mujer nazarena.
A continuación llamó al ángel chico.
− Estoy contento con tu trabajo, eres un buen juglar pero tengo otro encargo para ti. Iras a un lugar de las montañas de Judea donde está a punto de nacer un niño que se llamará Raúl. Quiero que seas su guardián, le preserves de todos los peligros y seas su confidente.
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