martes, 26 de noviembre de 2019

Liturgia


"La liturgia es una membrana sutil que pone en relación el misterio de Dios y el misterio del hombre.

Esta membrana es una membrana de símbolos.

El espacio de una catedral, ermita u oratorio; el tiempo de la aurora o del ocaso, de Navidad o de Cuaresma; los textos de la Biblia y las oraciones del Misal; los gestos de adorar de rodillas o de recibir la ceniza; la comunidad reunida en torno al altar; los cantos y aclamaciones, luces y colores, aromas y sabores..., todos estos -y aún otros más- son los símbolos cristianos en cuya celebración reverbera la insondable trascendencia de Dios, el poder de su amor salvífico.


Estos símbolos son como fisuras a través de las cuales el Eterno ilumina nuestra cotidianidad hasta hacernos hombres y mujeres dignos de servirle en su presencia. Por medio de ellos, Dios permite que pregustemos la liturgia de la Jerusalén del cielo.

Participar definitivamente de ella será un día la consumación definitiva de nuestra vocación bautismal.


La connaturalidad con los símbolos de la liturgia es patrimonio de los cristianos. Al igual que una madre no mima a su hijo mediante el uso exclusivo de palabras, sino por medio de una rica gama de códigos maternos de comunicación, así también la celebración litúrgica invita al cristiano a participar en la acción sagrada con todas las posibilidades de su sensibilidad, con el alma y con el cuerpo, con todos sus sentidos:


Aclama la Palabra de Dios, venera al Santísimo Sacramento, canta los himnos con los cuales los Ángeles alaban a Dios, ofrece incienso, gusta del pan y del vino consagrados, guarda silencio...


De este modo, los signos del misterio de Cristo nos llevan como de la mano y entonces todo el peso de verdad que tiene ese misterio, lo percibimos en la envolvente de los ritos que lo celebran.

(Las fotos están tomadas de la reciente celebración de Cristo Rey en Niquinohomo. Nicaragua)

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Un buen puñado de ideas


Varias citas de Chesterton:

- Entre todas las cosas asombrosas que los hombres han olvidado, el lapso de memoria más universal y catastrófico es ése por el cual han olvidado que viven gracias a una estrella.

- La gratitud es el test de toda felicidad.

- La gente, cuando dice que está satisfecha, suele estar un poco triste.

- Que nuestro tiempo sea una época que se preocupa mucho por la salud es un signo apocalíptico, que indica el final de los tiempos, porque preocuparse por la salud es lo propio de un hombre enfermo: ningún hombre sano se preocupa de la salud.

- Loa ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Amor matrimonial


Buenísima reflexión para los matrimonios, para redescubrir el valor de su amor matrimonial como camino hacia Dios:

"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó (Gn 1,27). Así cuenta el primer relato del Génesis el origen del hombre y la mujer: Dios los crea a la vez. Ambos poseen la misma dignidad, porque son su viva imagen. El segundo relato se detiene de nuevo en este evento (cfr Gn 2,7-2,25), pero lo hace como a cámara lenta: Dios crea primero al varón y lo pone en el jardín del Edén. El mundo reverbera belleza en todos sus detalles: el cielo, las aguas del mar, los ríos que atraviesan las montañas y los árboles de todo tipo de especies. Un escenario extraordinario ante el que, sin embargo, Adán se siente solo.

Para sacarlo de esa soledad, el Señor crea toda la variedad de criaturas vivientes que pueblan el Paraíso: las aves del cielo, los peces que surcan los mares. los animales terrestres. Pero nada de todo eso parece bastar al hombre. Es entonces cuando Dios decide concederle una ayuda adecuada (Gn 2,18) y, del propio costado del varón, crea a la mujer. Por fin, Adán descubre unos ojos que le devuelven una mirada como la suya: ¡Esta sí es hueso de mis huesos, y carne de mi carne! (Gn 2, 23). Este encuentro le llena de gozo, pero sobre todo ilumina su identidad: le dice de un modo nuevo quién es. Algo le faltaba al hombre, que solo otra persona como él le podía dar.

Estas páginas del Génesis recogen verdades fundamentales sobre el ser humano; y las expresan, más que con una reflexión teórica, de un modo narrativo, con un lenguaje simbólico. La soledad de Adán tiene por eso un hondo significado antropológico. San Juan Pablo II decía que todo hombre y toda mujer participan de esa soledad originaria; en algún momento de su vida tienen que enfrentarse a ella. Cuando Dios dice no es bueno que el hombre esté solo (Gn 2,18), se refiere en realidad a ambos: tanto el hombre como la mujer necesitan un auxilio para salir de esa soledad, un cauce para caminar juntos hacia la plenitud que les falta. Y eso es el matrimonio.

Cuando, siglos después, Jesús recuerde a los fariseos cómo eran las cosas en el principio, se referirá precisamente a ese pasaje de la Biblia (cfr. Mt 19, 1-12). El matrimonio cristiano es una llamada de Dios que invita a un hombre y a una mujer a caminar juntos hacia Él. Y no solo juntos, sino además uno a través del otro. El cónyuge es, para una persona casada, camino imprescindible hacia Dios; un camino en el que la carne se convierte en escenario de comunión y de entrega amorosa, materia y espacio de santificación. El amor matrimonial es, así, un encuentro de cuerpos y almas que embellece y transfigura el cariño humano: le da, con la gracia del sacramento, un alcance sobrenatural.

Al mismo tiempo, el amor entre un hombre y una mujer apunta más allá de sí mismo. Cuando es verdadero, es siempre un camino hacia Dios, no una meta. La meta sigue siendo la plenitud que solo se encuentra en Él. Por eso no tiene nada de extraño que alguien casado pueda sentir algunas veces aquella soledad originaria. Sin embargo, este sentimiento no significa, como a veces se lo presenta, que el amor se haya acabado y que deba empezar otra historia, porque tampoco esa nueva historia sería suficiente. Más bien, es un signo de que el corazón humano tiene una sed que solo se puede apagar completamente en el amor infinito de Dios"

(En la foto, mis buenos amigos Raquel y Leandro, siempre fotogénicos, como los ve Dios...)

viernes, 1 de noviembre de 2019

¡Bingo!


Al igual que Matías, sobre el que cayó la suerte de ser incorporado al colegio apostólico, también abundó la misma sobre las más de 400 personas que asistieron al "bingo" organizado el asado 30 de octubre en el Club Terraza de Managua.

Todos los asistentes fueron afortunados, no solo por la cantidad de premios que se repartieron, sino fundamentalmente por el motivo que allí los reunía: apoyar las becas de los sacerdotes diocesanos nicaragüenses que estudian en la Universidad de Navarra y en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma.


Desde las 3 de la tarde hasta pasadas las 9 de la noche, en un ambiente simpatiquísimo y muy familiar se oían los gritos jubilosos desde las distintas mesas que llenaban la enorme sala: ¡¡Bingo!!...mientras que parecían sonreír agradecidos , desde las pantallas de televisión allí instaladas, las fotografías de los 17 sacerdotes nicaragüenses que actualmente estudian su licenciatura eclesiástica en dichas universidades.


Gentes de todas las edades como la señora de 97 años que no perdía número para rellenar su cartón, hasta niños que corrían cada vez que el presentados pedía una mano inocente... Felices todos por contribuir a la buena formación de estos y otros futuros sacerdotes que, terminando sus estudios, serán luz en sus respectivas parroquias y comunidades por toda Nicaragua.





Mención especial para el grupo de benefactoras que han sido motor de todas estas actividades que vienen organizando en favor de esas becas.

¡Hasta donde se puede llegar con un grupo de mujeres como ellas!

¡¡ Bingo !!

Todos los Santos


1 de Noviembre, fiesta de Todos los Santos

¡¡¡ Vamos para allá !!!
En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...