miércoles, 29 de agosto de 2018

Envidia


Muchos de los conflictos personales, familiares e incluso sociales tienen su raíz en la envidia.

Cervantes llamó a la envidia la carcoma de todas las virtudes. Por eso, es interesante lo que apunta Alfonso y que nos debe hacer reflexionar:

La envidia  no es la admiración que sentimos hacia algunas personas, ni la codicia por los bienes ajenos, ni el desear tener las dotes o cualidades de otro. Es otra cosa.

La envidia es entristecerse por el bien ajeno. Es quizá uno de los vicios más estériles y que más cuesta comprender y, al tiempo, también probablemente de los más extendidos, aunque nadie presuma de ello (de otros vicios sí que presumen muchos)

La envidia va destruyendo -como una carcoma- al envidioso. No le deja ser feliz, no le deja disfrutar de casi nada, pensando en ese otro  que quizá disfrute más. Y el pobre envidioso sufre mientras se ahoga en el entristecimiento más inútil y el más amargo: el provocado por la felicidad ajena.

La envidia nace de un corazón torcido, y para enderezarlo se precisa una profunda cirugía, y hecha a tiempo.

Para superar la envidia, es preciso esforzarse por captar lo que de positivo hay en quienes nos rodean: proponerse seriamente despertar la capacidad de admiración por la gente a la que conocemos.

Hay muchas cosas que admirar en las personas que nos rodean. Lo que no tiene sentido es entristecerse porque son mejores, entre otras cosas porque entonces estaríamos abocados a una tristeza permanente, pues es evidente que no podemos ser nosotros los mejores en todos los aspectos.

Admirarse de las dotes o cualidades de los demás es un sentimiento natural que los envidiosos ahogan en la estrechez de su corazón.

(La foto no tiene nada que ver... ¿o sí?)

martes, 28 de agosto de 2018

¡A estudiar!


Esta mañana despedía en el aeropuerto de Managua a una nueva "remesa" de sacerdotes y seminaristas que marchan a hacer estudios superiores en las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra, en España.

De regreso a casa recordé aquello que leí, desde hace tiempo, de un sacerdote santo: "Estudia. -Estudia con empeño. -Si has de ser sal y luz, necesitas ciencia, idoneidad..."

De buena gana me hubiera ido con ellos... ¡a estudiar!

(En la foto con Axel, Padre Roberth, Omar, Padre Juan Ramón, Padre Juan José y Padre Enmanuel)

domingo, 26 de agosto de 2018

La sonrisa de María


Muchas veces podemos pensar que Dios nos ama en la medida en que nos portamos bien, en la medida en que estamos a la altura de lo que espera de nosotros. Pero me parece que la lógica de Dios es diferente.

Un suceso en la vida de San Josemaría puede servirnos para ver por dónde va esa relación de Dios con sus hijos. Se trata de una de las anotaciones sobre su vida interior que escribía para hacer más sencilla la tarea de su director espiritual:

"Esta mañana -como siempre que lo pido humildemente, sea una u otra hora la de acostarme- desde un sueño profundo, igual que si me llamaran, me desperté segurísimo de que había llegado el momento de levantarme. Efectivamente, eran las seis menos cuarto. Anoche, como de costumbre también, pedí al Señor que me diera fuerzas para vencer la pereza, al despertar, porque -lo confieso, para vergüenza mía- me cuesta enormemente una cosa tan pequeña y son bastantes los días , en que, a pesar de esa llamada sobrenatural, me quedo un rato más en la cama. Hoy recé, al ver la hora, luché...y me quedé acostado. Por fin, a las seis y cuarto de mi despertador (que está roto desde hace tiempo) me levanté y, lleno de humillación, me postré en tierra, reconociendo mi falta -serviam! (te serviré)-, me vestí y comencé mi meditación. Pues bien: entre seis y media y siete menos cuarto vi, durante bastante tiempo, cómo el rostro de mi Virgen de los Besos se llenaba de alegría, de gozo. Me fijé bien: creí que sonreía, porque me hacía ese efecto, pero no se movían los labios. Muy tranquilo, le he dicho a mi Madre muchos piropos"

Se había propuesto algo que quizá también supone una lucha para nosotros algunas veces: levantarse puntual. Y no lo había conseguido. Era algo que le humillaba. Sin embargo, no confunde su rabieta y su humillación con la magnanimidad del corazón de Dios. Y vio a la Virgen que le sonreía. después de ese fracaso.

¿No es verdad que tendemos a pensar que Dios está contento con nosotros cuando -y, a veces, solamente cuando- hacemos las cosas bien? ¿Por qué confundimos nuestra satisfacción personal con la sonrisa de Dios, con su ternura y su cariño? ¿No se conmueve igualmente cuando nos levantamos otra vez después de una nueva caída?

Muchas veces habremos dicho a la Virgen que hable bien de nosotros al Señor. Alguna vez, incluso nos habremos imaginado esas conversaciones entre ella y su Hijo. En nuestra oración, bien podemos introducirnos en esa intimidad y tratar de contemplar el amor de María y de Jesús por cada uno de nosotros.

"Buscar la sonrisa de María no es sentimentalismo devoto o desfasado, sino más bien la expresión justa de la relación viva y profundamente humana que nos une con la que Cristo nos ha dado como Madre. Desear contemplar la sonrisa de la Virgen no es dejarse llevar por una imaginación descontrolada". Benedicto XVI lo recordó en Lourdes, hablando de la pequeña Bernadette. En su primera aparición, antes de presentarse como la Inmaculada, la Virgen solamente la sonrió. "María le dio a conocer primero su sonrisa, como si fuera la puerta de entrada más adecuada para la revelación del misterio"

Nosotros queremos ver y vivir también en esa sonrisa. Nuestros errores -por grandes que puedan llegar a ser- no son capaces de borrarla. Si nos levantamos de nuevo, podemos buscar con la mirada sus ojos y nos volveremos a contagiar de su alegría.

viernes, 24 de agosto de 2018

Casarse "para amar"


Es obvio que uno se casa "por amor" Y, sin embargo, siendo muy loable, es esa una razón insuficiente para casarse.

Hay que casarse, por supuesto, "por amor" pero es más importante aún casarse "para amar" Para amar siempre y en todo momento a esta persona. Casarse porque se quiere querer.

"Por amor" se pueden hacer mil y una tonterías: cantar en la ducha, dar saltos por la calle, sonreír a todo el mundo, hurtar unas flores de un jardín o gastarse toda la paga del mes en un regalo extraordinario..., pero ¿casarse? ¿sólo "por amor"? ¡Eso es muy poco!

¡Sí! ¡Uno ha de casarse "para amar"! Y amará siempre, pase lo que pase. No basta el amor que se tiene en el presente, porque este amor de ahora no es nada comparado con la intensidad que puede alcanzar en el futuro, en la fragua de una vida bien acrisolada.

Hay que atreverse a amar. Sin miedo. Sin red. Lanzarse a la mayor aventura que existe sin volver la vista atrás. Enamorándose cada día. Volviendo a empezar una y otra vez.

Si no se cree en el amor para siempre, de verdad, mejor no casarse. Pero si el corazón es joven y resuelto, que se ve poca cosa y desconfía de sí mismo y de su pasado, pero tiene una fe grande en el futuro que el amor es capaz de construir  con las fuerzas propias y ajenas ¡¡Dios incluido!! entonces ¡adelante! Tengan la valentía de poner los medios, divinos y humanos, para hacer de esa unión el destino de sus trayectorias personales, calibrando una y otra vez la brújula sin admitir otro puerto al que arribar que no sea el de los dos, aunque soplen vientos contrarios.

¿Verdad que es así, Jeriot y Fabiola, que acaban de casarse con aire japonés el 18 de 8 del 18?

miércoles, 22 de agosto de 2018

Reina del mundo y de la paz


Preciosa la lectura patrística del oficio de lecturas del día de hoy. Está sacada de una homilía del obispo San Amadeo de Lausana:

"Convenía que la Madre virgen, por el honor debido a su Hijo, reinase primero en la tierra y, así, penetrara luego gloriosa en el Cielo; convenía que fuera engrandecida aquí abajo, para penetrar luego, llena de santidad, en las mansiones celestiales, yendo de virtud en virtud y de gloria en gloria por obra del Espíritu del Señor.

Así pues, durante su vida mortal, gustaba anticipadamente las primicias del reino futuro, ya sea elevándose hasta Dios con inefable sublimidad, como también descendiendo hacia sus prójimos con indescriptible caridad.

Los Ángeles la servían, los hombres le tributaban su veneración.

Gabriel y los Ángeles la asistían con sus servicios; también los Apóstoles cuidaban de Ella, especialmente san Juan, gozoso de que el Señor, en la Cruz, le hubiese encomendado su Madre virgen, a él, también virgen.

Plena hasta rebosar de grandes bienes, hacía derivar ríos de paz y torrentes de gracia celestial. Por eso, cuando la Virgen de la vírgenes fue llevada al Cielo por el que era su Dios y su Hijo, el Rey de reyes, en medio de la alegría y exultación de los Ángeles y Arcángeles y de la aclamación de todos los bienaventurados, entonces se cumplió la profecía del salmista, que decía al Señor: De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir."

martes, 21 de agosto de 2018

Rezar el Ángelus


Hyeunmin y su cita de las 12,00 h.

Aunque no era creyente, Hyeunmin acompañaba todos los días a una amiga del trabajo a rezar el ángelus en una iglesia durante la pausa laboral. Así inició su camino a la fe en Seúl (Corea)

"Yo no era creyente, pero sentía curiosidad y simpatía hacia el catolicismo y, de modo natural, empecé a acompañar a mi amiga a rezar a la iglesia; incluso aprendí de memoria las oraciones. Gracias a esto fui dándome cuenta de que Nuestro Señor está detrás de todo lo que me ocurre..."

"Después de un año recibiendo catequesis, fui bautizada"

¡Todo empezó rezando el Ángelus!

Mañana, una semana después de la Asunción, celebramos a Santa María Reina...

(En la foto, Hyeunmin el día de su bautismo)

jueves, 9 de agosto de 2018

La playa


En España estos meses de verano son de playa. En Nicaragua todo el año es de playa.

Leía hace poco las muchas ventajas de pasear por la playa:

Pasear por su arena puede aportar una gran cantidad de beneficios que atañen al corazón, a los nervios, a los músculos, además de ser un ejercicio que puede ayudarnos a relajarnos.

También es beneficioso para nuestros pies, ya que es de las zonas con más terminaciones nerviosas de nuestro cuerpo, y la arena es una superficie ideal para estimularlos.

Se reduce el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2

Disminuye el peligro de ser hipertensos y si ya se presenta este cuadro, ayuda a su control.

Además la humedad del mar y su baja presión son factores que facilitan una mejor recepción de oxígeno

Para el sistema nervioso estos paseos modulan la sintomatología depresiva, disminuyen la ansiedad y el estrés, mejoran los vínculos sociales así como la autoestima y reducen las tensiones corporales y el negativismo.

Para el sistema muscular caminar por la arena es un ejercicio que hace trabajar nuestros músculos, especialmente los de las piernas, fortaleciendo los huesos, articulaciones y tonificando la musculatura.

Y otras muchas cosa buenas más...

Pues bien, me parece que, aún más que todo eso, el pasear por la playa sirve para ir conociendo al Creador, para relacionarse agradecido con Él, para hacer un rato de oración.



La oración es un anticipo de lo que ha de ser nuestra mayor felicidad: la comunicación, la relación con Otro, que es Amor, el compartir con Dios y con otras personas, encantadoras...

La oración es un corresponder a una declaración de amor inimaginable... La oración es algo único... ¡Mucho mejor que las películas!


lunes, 6 de agosto de 2018

Transfigúrame, quiero ser tu vidriera


Siempre que llega el 6 de agosto, la fiesta de la Transfiguración del Señor, me asombro con el Himno de Laudes de la Liturgia de las Horas:

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame.

Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul. morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado.

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame.

Mas no a mí solo,
purifica también
a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos.

Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.

Transfigúralos
Señor, transfigúralos.

Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos.

sábado, 4 de agosto de 2018

Orar


"Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él.

Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios.

La oración una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración.

Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y, creedme, que el tiempo se me hacía corto"

(De una catequesis del Cura de Ars)
En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...