lunes, 30 de noviembre de 2020

Un paraguas lila

 


Mucho tiempo sin escribir en el blog. Ahora que ha empezado el "Adviento" tiempo de esperanza, tiempo mariano, tiempo de lucha interior, con el color morado en la liturgia, reanudo los relatos con éste de Jesús Montiel:


"Una niña caminaba al lado de su madre. Es una escena conmovedora: las dos figuras atravesando la cortina de lluvia mientras los árboles, a uno y otro lado del río, se estremecen igual. El viento sacude también, intentando doblarlo, el paraguas lila que la niña sujeta con su mano derecha. Es conmovedora su fragilidad frente a la brutalidad del viento. 

Nadie excepto yo, oculto tras mi ventana, es testigo del combate.

Un combate minúsculo, que se desarrolla secretamente, como todos los que deciden el destino de este mundo.

Esa niña y su paraguas lila están dentro de mí, suceden cada día en cada corazón. Tan pequeño como ella, yo lucho con la misma precariedad. Es mi esperanza ese paraguas lila.

Se dice que la esperanza requiere esfuerzo, que se construye con el paso del tiempo, poco a poco. La esperanza no es repentina, como la magia. Es una tarea en la que participamos diariamente de manera voluntaria.

Hay días en los que uno ve el paraguas a punto de partirse, casi rendido. En los que las fuerzas menguan y uno abre la mano a punto de pronunciar un se acabó, me rindo, no puedo más.

La niña se ha detenido, reanuda el paso, vuelve a detenerse y tira del paraguas hacia ella. La madre entonces se inclina para ayudarla y tras unos segundos consiguen enderezarlo. Luego continúan su camino esquivando los charcos del suelo.

Las dos figuras desaparecen. Nadie excepto yo, oculto tras mi ventana, ha sido testigo del combate. Un combate parecido a la esperanza. Secreto, como todos los que deciden el destino del mundo"

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Ícono de San Josemaría

 


Ícono de San Josemaría

Lo ha pintado -se suele decir lo ha escrito- un iconógrafo ortodoxo muy famoso: Alexandre Sokolov, entre cuyas obras se cuentan varias en catedrales de todo el mundo, y un ícono de la Virgen Eucarística, con el Niño representado como dentro de un cáliz, que tiene fama de milagroso.

Como en todo ícono, el fondo dorado representa la eternidad. San Josemaría une, en su cabeza y corazón, el Cielo y la Tierra.

La leyenda dice: "A todos llama Dios a la santidad. Cualquier tarea honrada puede ser instrumento de santificación propia y ajena"

Pintar -mejor, escribir- el ícono le ha costado más de dos años de trabajo. En Moscú, el arzobispo Paolo Pezzi lo bendijo y lo expuso a la veneración del pueblo.

Esta obra de arte ha causado gran impresión en los fieles. San Josemaría está al límite entre lo iconográfico y lo realista, casi pasándose de realista, y la Virgen es sencillamente, antológica.



Ícono de la Virgen Eucarística o Madre del Cáliz inagotable de Dios

Éste ícono, que se encuentra en el Monasterio de Vysotsky en Serpukhov, se ha vuelto muy popular entre los rusos, no sólo porque se están recuperando muchos alcohólicos, sino también porque es una fuente de conversiones


martes, 3 de noviembre de 2020

Jesús está muy cerca

 


"Cada día veo más claro lo cerca que está Jesús de mí en todos los momentos, le contaría detalles pequeñitos pero constantes, que ya ni me asombran, sino que se los agradezco y los espero constantemente"

La carta de la beata Guadalupe a la que pertenece el anterior fragmento, en su sencillez, debió de suponer una gran alegría para su destinatario, san Josemaría.

Aunque Guadalupe llevaba apenas seis años en el Opus Dei, aquellas líneas son un testimonio de cómo la vida de piedad que había emprendido miraba precisamente a facilitar una continua presencia de Dios, para "hacer de nuestra vida corriente una continua oración".

lunes, 2 de noviembre de 2020

Elena

 


Todos los miedos que vivieron Pablo y Marie durante su primer embarazo merecieron la pena por el tiempo que pudieron compartir con Elena. su pequeña.

A los pocos meses de casarse, recibieron la mejor de las noticias: un bebé venía en camino. En la ecografía de la semana 12 todo aparentemente estaba bien. Sin embargo, la realidad era otra bien distinta.

Elena tenía una anencefalia, una malformación por la cual una parte de su cráneo no se había terminado de formar.

"Fue en la semana 20 cuando el médico detectó que algo iba mal a tenor de la preocupación que vi en su rostro. Le pregunté y nos dijo que todo iba bien, pero a los 20 minutos nos manifestó que venía con una malformación muy grave. Nos preguntó si queríamos abortar antes incluso de explicarnos lo que tenía nuestra hija...", recuerda Pablo.

"No me lo creía, no podía pensar que esto nos estaba pasando a nosotros y a partir de ese momento desconecté, no pude escuchar nada de lo que nos decía el doctor", añade Marie.

Justo ese día , "íbamos a saber cuál era el sexo del bebé...", explica Pablo, que en ese momento sólo podía preguntarse cómo de grave estaba su pequeña. Consultó a su padre, que es médico, y se fueron a Burgos donde, tras confirmarles la malformación y decirles el sexo de su bebé, un sacerdote amigo de la familia les habló de la Unidad de Cuidados Paliativos Perinatales de la Clínica de la Universidad de Navarra.

Acto seguido pidieron cita, aunque Marie "no tenía fuerzas para volver a escuchar a otro médico decirme que mi pequeña se iba a morir" Sin embargo, la visita con su doctora fue diferente. Acudieron y les explicaron, con cercanía, cómo estaba su pequeña. A partir de ese momento fue cuando comenzaron los cuidados paliativos integrales. Porque en casos tan graves como el de Elena, es vital ayudarles a recorrer este difícil camino, máxime cuando en ese momento no sabían si su hija iba a nacer con vida o no...

El tiempo fue transcurriendo y, aunque durante los embarazos muchos padres sienten que el tiempo se ralentiza, que el noveno mes nunca llega, para Pablo el tiempo pasaba a toda velocidad: "Era una cuenta atrás. No quería que llegara el día porque sabía que si mi hija nacía con vida iba a morir poco tiempo después". Este sentimiento de dolor y rabia contenida cambió gracias a una frase que le dijo su doctora y que le hizo cambiar su forma de ver:

"El tiempo se mide en horas y minutos, pero si midiéramos la vida en amor, vuestra hija va a tener una vida muy larga" 

Y así fue

Pasaron los meses y aunque Marie salía de cuentas el 17 de junio, Elena quiso quedarse con ellos un poco más. "Nos programaron el parto para el día 20. El día previo pensamos que iba a ser el peor de nuestras vidas"

Llamaron a sus seres queridos. "Nos juntamos 16 personas" "Pablo entró conmigo a la cesárea. Los abuelos se quedaron en el cuarto esperando a que llegásemos con Elena" "Estaba súper nervioso -reconoce él-. Sabía que iba a conocer a mi hija y que a la vez tenía que despedirme de ella".

A las 20:40 nació Elena. "Vivió, tuvimos esa suerte porque el 60% de los bebés que vienen con esas malformaciones nacen ya muertos", agradece este padre. Previamente al parto habían pedido que no la intubaran ni la reanimaran, únicamente la expiraron la nariz para que respirara mejor. Eso les permitió poder coger a su pequeña en brazos y darle todo el amor que sentían por ella. "En un momento su vida se apagó, nos dejaron quedarnos cinco minutos más con ella y se la llevaron..."

Elena vivió dos horas y 11 minutos

En ese momento Pablo le dijo a su mujer: "Hoy ha sido el mejor día de mi vida". "Yo, la verdad, lloré un montón, pero sin duda fue el mejor día de nuestras vidas, pudimos ver a Elena, quererla, abrazarla", rememora esta madre.

De hecho, toda la familia pudo conocer, querer y despedirse de esta pequeña a la que su tía le compuso una canción de piano.

"No cambiaríamos el embarazo y esas dos horas y once minutos que pudimos estar con ella por nada".

El duelo fue transcurriendo y al cabo de seis meses Marie se volvió a quedar en estado. El miedo por si su hijo podía venir con alguna malformación se apoderó de ellos hasta prácticamente el momento del parto, y eso que en las ecografías había salido todo bien. Sin embargo, también estaban confiados, sabían que "Elena iba a ayudar a su hermano".

El 18 de agosto nació Mateo, "justo el día de Santa Elena".


En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...