Tú que revelaste a Juan / tus misterios más secretos / y los altos vericuetos / que mis ojos no verán, / haz que yo logre entender /cuanto Juan nos ha contado. / Déjame, Señor, poner mi cabeza en tu costado.
Tú que en el monte Calvario / entre sus manos dejaste / el más santo relicario: / la carne donde habitaste; / tú que le dejaste ser / el hijo bienadoptado. / Déjame, Señor, poner mi cabeza en tu costado.
Y tú, Juan, que a tanto amor / con amor correspondiste / y la vida entera diste / por tu Dios y tu Señor, / enséñame a caminar / por donde tú has caminado, / Enséñame a colocar la cabeza en su costado.
( La imagen es de la Última Cena de Francisco Salzillo )
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