domingo, 20 de enero de 2019

Tierra Santa: Nazaret


De nuevo a Galilea, al Monte Tabor en primer lugar. Menos de dos horas desde Saxum.

El Monte Tabor es un lugar que invita a la oración, aunque hay que poner esfuerzo. Es muy empinado. Lo subimos en microbuses, pero ¡lo bajé a pie! Tardé media hora a paso bien rápido, como mis caminatas mañaneras.

La iglesia benedictina en la cumbre impresiona. Me detuve un tiempito en la capilla dedicada a Moisés, donde celebró Misa el Beato Álvaro.


Del Tabor a Nazaret. Durante el trayecto, Ronit, nuestra guía israelí, nos fue contando muchas cosas interesantes: Que san José era un "manitas", que muy probablemente trabajó en Séforis, en su reconstrucción después de un terremoto, que las bodas de aquel entonces, y aún ahora, se celebraban los martes, es decir, el tercer día, que la fuente de Nazaret es segurísimo que acudía allí María etc.

Una pequeña desilusión fue no poder parar en Caná porque precisamente este domingo era la fiesta de la iglesia, que es a la vez parroquia y no se podía entrar. Mi propósito de grabar allí, en tierra, los nombres de mis padres y de otros matrimonios, se quedó en un "avemaría" por cada uno de ellos, desde el autobús.

¡Nazaret!:

Celebramos la Misa en la iglesia de San José. El Padre Lucho, que presidía, se emocionó desde el principio y en la homilía. Solo pudo decir que nunca una palabra había significado tanto y que todos nosotros dijéramos hoy ese "fiat" con la Virgen. Al terminar rezamos el Angelus.

La Basílica de la Anunciación es grandiosa, pero instintivamente todos fuimos casi corriendo a estar delante de la gruta, que era la casa de María y que está en la cripta. Y allí nos quedamos rezando durante más de media hora, sentados en un pequeño escalón a pesar que la gente pasaba continuamente por delante de nosotros. Me acordé lo de san Josemaría en su librito del Santo Rosario:

"Tú eres en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino... Yo ahora no me atrevo a ser nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena..."

                                               (la gente pasaba por delante de nosotros)

Me acordaré siempre al rezar el Angelus de este momento.

También estuvimos en la Fuente de María y me traje un botecito con agua de ese manantial.

En el trayecto, cada vez que se paraba algún bus local a nuestra altura, miraba a sus ocupantes y les decía con el pensamiento: ¡qué suerte tienen de vivir aquí, en esta tierra!

En Nazaret, a la salida de la Basílica quise comprar un rosario, pero el buen vendedor me colocó 25. No me importó, al contrario...


2 comentarios:

abbé Quirós dijo...

¿Te has fijado que la casa de María y la de san José estaban en la misma calle?

El medallón de san José hablando con el Niño, como buen papá, y al fondo María...

Yo celebré en la capilla de Moisés en el Tabor.

Alfredo Quirós dijo...

Así es, Fede, Galilea es apacible, deja huella

En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...