miércoles, 16 de enero de 2019

Tierra Santa: El Templo de Jerusalén


Íbamos a ir hoy a Galilea, pero los pronósticos de mal tiempo hicieron postergar ese paseo hasta el sábado.

Así que volvimos a Jerusalén para una de las visitas más esperadas: ¡El Templo! Lo poco que queda de él. Prácticamente el Muro Occidental o de las Lamentaciones (en la foto de la maqueta, la parte más larga de arriba; a la derecha es el norte, lo más próximo el torrente Cedrón, a la izquierda el lado sur, ocupado por el mayor edificio del complejo, por donde solían entrar los peregrinos, entre ellos la Sagrada Familia)

La historia del Templo es muy larga. Hasta el punto que empieza por estar construido sobre el monte Moria, donde Abraham iba a sacrificar a su hijo Isaac.

El primer Templo lo construyó Salomón y fue arrasado por Nabucodonosor y los asirios. Cuando los israelitas volvieron del destierro lo reconstruyeron, más modesto que el primero. Y de nuevo profanado por los Seleúcidas. Con la revuelta de los Macabeos se restauró hasta que Herodes el Grande, nombrado rey por Roma lo amplió y lo embelleció (ese es el Templo en tiempos de Jesús)

Tal como profetizó el Señor, en el año 70 el Templo fue destruido por las legiones romanas. Y por último, con la expansión del Islam, en el siglo VII se construyeron dos mezquitas en lo que antaño podía haber sido el Santo de los Santos. Desde entonces los musulmanes han detentado el derecho sobre el lugar.

En la visita de hoy, lo primero fue acudir a esa parte del Muro para, según hacen los judíos, rezar y poner sus intenciones en un papelito en alguna de las hendiduras. Ya les diré, a mi vuelta, lo que escribí y coloqué en el Muro...


Pero lo interesante fue que, después, hicimos una visita guiada por las excavaciones que se están haciendo a lo largo de todo ese muro. Es un recorrido apasionante, porque tienes la certeza de estar lo más cerca posible de un lugar muy visitado por Nuestro Señor, porque las excavaciones son muy profundas.


Mientras recorría aquellos pasadizos iba pensando y recordando el cuarto y el quinto misterio gozoso del santo Rosario: la Presentación de Jesús en el Templo y cuando a los 12 años se quedó allí. También toda su predicación en esos pórticos.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...