jueves, 5 de enero de 2017

Ni una vista perturbada


Siempre que en el Oficio de Lecturas de la Liturgia de las Horas toca a san Bernardo, me alegro... Porque es muy ocurrente y porque amó mucho a María.

No me defraudó en esta nueva ocasión, hace pocos días:

"Ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre. Gracias sean dadas a Dios...

Antes de que apareciese la humanidad de nuestro Salvador, su bondad se hallaba también oculta, aunque ésta ya existía, pues la misericordia de Dios es eterna.

¿Pero cómo, a pesar de ser tan inmensa, iba a poder ser reconocida? Estaba prometida, pero no se la alcanzaba a ver, por lo que muchos no creían en ella.

Efectivamente , en distintas ocasiones  y de muchas maneras habló Dios por los profetas...pero ¿qué podía responder el hombre...? A causa de lo cual los mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio?

Pero ahora los hombres tendrán que creer a sus propios ojos porque los testimonios de Dios se han vuelto absolutamente creíbles para que ni una vista perturbada pueda dejar de verlo..."

(Y mañana es ¡Epifanía!... Y tengo una carta de la Emperatriz Helena a los Reyes Magos... Ya verán)

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...