No me dejan mover las "figurillas" del "belén" de mi casa. Y a mí me gustaría hacerlo, porque el otro día meditando allí delante me acordé de un juego de la infancia. Nosotros, mis primos y yo, lo llamábamos: Uno, dos y tres palito inglés.
Consistía en que alguno se colocaba mirando a la pared y pronunciaba esas palabras a la velocidad que quisiera e inmediatamente se volteaba y no podía ver a nadie moviéndose, deberían ser estatuas. Si cogía a alguien corriendo lo mandaba a la línea de salida. Ganaba el que alcanzaba antes la pared.
Pues yo imaginaba a Jesús desde el pesebre cerrando y abriendo los ojos: Una, dos y tres, palito inglés...y los personajes del "belén", entre ellos cada uno de nosotros, acercándonos cada vez más a la gruta.
El premio: Que Ese Niño se cuelgue a nuestro cuello y no nos suelte.
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