De orden del César romano, se manda a todos los judíos, que sin perder un instante, se pongan pronto en camino, y vayan a la ciudad, de donde fuesen vecinos, a empadronar su familia, sus haciendas y sus hijos, y apunten allí sus nombres, sus nombres y sus apellidos, sin mentir en cosa alguna, bajo pena de castigo, que lo manda el rey de Roma, y en su nombre yo lo digo.
Los alumnos de Altamar también esperan.
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