Mirar a María Inmaculada. Es lógico, y así lo ha declarado la Iglesia, que la criatura que iba a acoger a Dios estuviera libre de pecado para poder ver y tratar a Dios como conviene: con amor, con confianza, como lo trataban Adán y Eva en el Paraíso. Antes del pecado paseaban con Dios, gozaban con Dios. Sólo después del pecado temblaron ante Él, le temieron. Después del pecado es difícil ver a Dios.
Miremos cómo trata la Virgen a Dios. En el corazón de María vuelve el Paraíso.
Mirar a María es ir perdiendo el miedo a Dios, a la entrega, a lo que cuesta, es comenzar a cambiar.
María lo supo hacer. Lo supo hacer con Cristo. Y quiere repetirlo con cada uno de sus hijos, de sus hijas, porque así se lo ha pedido el Señor. Lo supo hacer, ayudada por el Espíritu Santo. Llevó su tiempo, aunque fue una buena discípula.
El Espíritu Santo ahora cuenta con Ella para hacer lo mismo en cada uno de nosotros.
La foto es de ayer, en la Basílica de La Virgen del Viejo, los obispos de Nicaragua mirando a nuestra patrona María Inmaculada.
(Nota: mañana es el santo de mi madre, doña Conchita. Estén atentos al blog)
No hay comentarios:
Publicar un comentario