En torno a la fiesta de San Josemaría recordamos como se dirigía el sacerdote a un famoso caballista andaluz hablándole del definitivo lance garboso para pasar de esta vida al cielo "saltándose el purgatorio a la torera":
"¡Una jaca como la tuya, Álvaro, qué bien me vendría para dar ese salto final! La jaca del amor de Dios, necesito yo, para saltarme el purgatorio."
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