jueves, 6 de abril de 2017

Pasión de Cristo


Buen consejo el que propuso el predicador en una reciente meditación de este tiempo:

"Un ejercicio piadoso que recomendaría a todos durante la Cuaresma es coger un Evangelio y leer por cuenta propia, con calma y por entero, el relato de la pasión. Basta con menos de media hora.

Conocí a una mujer intelectual que se profesaba atea. Un día le cayó encima una de esas noticias que dejan abrumado: su hija de dieciséis años tiene un tumor en los huesos.

 La operan. La chica vuelve del quirófano martirizada, con tubos, sondas y goteros por todas partes. Sufre terriblemente, gime y no quiere oír ninguna palabra de consuelo.

La madre, sabiendo que era piadosa y religiosa, pensando agradarla, le dice: '¿Quieres que te lea algo del Evangelio?' '¡Sí, mamá!'. '¿Qué?' 'Léeme la pasión'

Ella, que nunca había leído un evangelio, corre a comprar uno a los capellanes; se sienta junto al lecho y empieza a leer. Al cabo de poco rato la hija se duerme, pero ella sigue, en la penumbra, leyendo en silencio hasta el final.

'¡La hija se dormía -dirá ella misma en el libro escrito después de la muerte de la hija-, y la madre se despertaba!'

Se despertaba de su ateísmo. La lectura de la pasión de Cristo la había cambiado la vida para siempre"

(Casi todos los días, en una pequeña sacristía antes de celebrar la Misa, miro ese pequeño cuadro con las estampillas editadas por Correos de Nicaragua, del impresionante Vía Crucis de la Catedral de León)

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...