"Entre los hombres, al felicitar a alguna persona querida, se le hace un obsequio: pueden ser unas palabras amables, pueden ser -junto a las palabras- algunas pruebas de sacrificio o un regalo... Y tú, ¿qué le vas a dar ala Virgen?... ¿Hay alguna flor, algún aroma, algún color? Quizá ha habido poco. Tal vez, en ese jardín de tu alma, encuentres más espinas que flores y frutos. No importa: es la hora de decirle a tu Madre: yo no sé dar más que esto, pero seguiré luchando, seguiré trabajando este jardín; seguiré haciendo un esfuerzo detrás de otro, con el fin de lograr que los días que la Iglesia celebra una fiesta tuya pueda ofrecerte, con las flores crecidas, un bonito ramo".
El Adviento, que continuamos después de la fiesta de la Inmaculada, sigue siendo un tiempo muy mariano.
(La foto se la tomé al P. Winder que, desde Roma, empieza a ser un gran comunicador)
(Los próximos días estaré en Costa Rica)
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