jueves, 19 de agosto de 2021

Banquete de Bodas


 "El Reino de los Cielos es como un rey que celebró las bodas de su hijo, y envió a sus siervos a llamar a los invitados a las bodas; pero éstos no querían acudir. Nuevamente envió a otros siervos diciéndoles: 'Decid a los invitados: mirad que tengo preparado ya mi banquete, se ha hecho la matanza de mis terneros y mis reses cebadas, y todo está a punto; venid a las bodas'. Pero ellos, sin hacer caso, se marcharon: quien a su campo, quien a su negocio..." (Mateo 22, 2-5)

¿Quién es ese Rey?: Dios Padre

¿Quién es el Hijo?: Evidentemente, Jesucristo

¿Quién es la novia?: La Iglesia

Por lo tanto, ¿cuál es el banquete?: La Santa Misa.

Todos los días, justo antes de la comunión, escuchamos de boca del sacerdote: este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, dichosos los invitados a la cena del Señor.

No perdamos de vista que el Señor cuenta esta parábola a los sacerdotes y ancianos del pueblo, es decir, a la gente considerada piadosa. Por eso, es importantísimo que los que intentamos vivir la Eucaristía diariamente nos sintamos interpelados por estas palabras de Jesús. En cada Misa el Señor espera que asistamos con las debidas disposiciones.

Porque, si hacemos un examen sincero, nos daremos cuenta de que a veces estamos en la Misa de cuerpo presente, pero nuestra cabeza está en otro lado: se marcharon, quien a su campo, quien a su negocio. Mientras suceden las Bodas del Cordero, tantas veces nosotros estamos pensando en nuestras triviales preocupaciones.

Este evangelio se nos presenta como una ocasión estupenda para volver a descubrir que la Eucaristía es prenda de la vida eterna. Vivir la Misa como lo que es, como el Cielo en la tierra, será lo que nos abrirá las puertas de la Eternidad.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...