viernes, 12 de febrero de 2021

Conchita: la otra carta

 


También me gusta mucho esta foto de mi madre en plena juventud, anticipo del Cielo, donde están los auténticos bienes.


Managua, 11 de febrero de 2021

Querida mamuchi:

Al leer la carta  última de mi hermano Fede, yo también te escribo. Lo hemos venido haciendo desde hace tiempo porque las cartas, nos decías, se leen y releen muchas veces y tú así lo preferías porque cada vez te costaba más seguir una conversación telefónica. Ahora, ya en Dios, nos ves y nos oyes perfectamente.

Gracias, mamá, por tu celo y cuidados de madre maravillosos, a pesar de que yo, niño tonto, me disgustara por estar tan pendiente de mí, de lo que comía o de lo que hacía dentro y fuera de casa. Pero la verdad es que no quería crecer, no quería hacerme mayor. Se estaba muy bien contigo y con papá y Fede, después también Ricardo.


Soñaba con ser de mayor "taxista" o "futbolista"

Taxista porque me encantaba subir al coche con papá, que conducía muy bien. Esos viajes largos juntos. Uno de los primeros que recuerdo fue precisamente a Lourdes, la fiesta que hoy estamos celebrando. Recorrimos toda España y cruzamos la frontera para entrar en Francia. Acompañábamos a mis padrinos Alfredo y Pilar. Luego también contigo mamá -ahí con un poco más de susto- pero orgulloso ya que fuiste una de las primeras mujeres al volante de nuestro pequeño "Seat 600", matrícula MU 36424.

Y futbolista por esas tardes domingueras en las que íbamos a ver los partidos de nuestro querido Real Murcia CF en la Vieja Condomina, toda la familia y el tito Pepe y el tito Ramón, en las que había que sujetarte para que no gritaras azarosamente a los árbitros.

Pero hubo un momento en el que por imperativos del Amor tuve que partir. Lo recuerdo perfectamente. Fue en la estación de trenes, allá en el barrio del Carmen. Costó. Ambos sabíamos que tenía que dejar el hogar paterno y materno. Era julio de 1972.

Con frecuencia me reprochabas que había dejado a mi hermano pequeño solo. Pero ya ves que te equivocabas, porque ha sido al revés: ¡Qué hubiera sido de nosotros sin Ricardo! Él y Chari con Fede, Riki, María y Lucía han sido el fundamento de todos estos años.


Hubo que partir, pero Dios no separa nunca. Así te lo recordó el Beato Álvaro del Portillo cuando nos recibió en Roma en 1975 y te regaló además un rosario que has tenido siempre contigo. También ahora nuestra unión se estrecha muchísimo más. Es la unidad que da Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.



Aquí en Nicaragua se preocupaban cuando les decía que éramos tres hermanos, todos varones, y me preguntaban sobre quién te acompañaba. No sabían que somos familia de verdad y numerosa. Tengo 16 primos y 16 primas. Algunos de ellos tienen la dicha de ser tus ahijados de bautismo, aunque tú los querías y quieres a todos muchísimo, y ellos a ti, así como con los amigos de Fede, Ricardo y míos.

¡Cómo nos quiere Dios ya que hemos sido hechos a su imagen y semejanza!

¡El Cielo es volver a casa!

Eso sí, con la misión cumplida, como tú, mamá.

Me despido como siempre. Un millón de besos de tu hijo de en medio

Alfredo


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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...