jueves, 25 de febrero de 2021

Conchita C-1

 


Lubumbashi, 19 de febrero de 2021         ​C-1

 

Mamaíca mía:

Te prometí seguir escribiéndote.

He puesto a esta carta la sigla C-1. “C” significa el Cielo. En la última ya te habías ido, pero no puse la “C” porque quizá estabas todavía en el Purgatorio.

Varias veces me pediste que cuando me dijeran que habías fallecido, ofreciera muchas Misas para salir pronto del Purgatorio.

Me parece que con todos los sufragios que han hecho por ti, ya estás en el Cielo, así que me permito poner en la carta “C” de Cielo.

 

De todos modos, no quiero olvidarme de tus numerosos defectos. Aquí solo te voy a recordar seis, porque el número siete indica perfección, y no debemos exagerar.

 

Primer defecto: a veces te ponías un poco nerviosa.

 

Segundo: a veces te enfadabas.

 

Tercero: eras celosa. Me desconcertaste cuando me preguntabas si yo quería más a la abuelita que a ti.

 

Cuarto: repetías las mismas historias (por ejemplo, que tuviste tres pretendientes, uno rico, otro guapo y otro bueno. Y que elegiste al bueno, papá).

 

Cinco: protestabas de las comidas (sobre todo cuando te ponían demasiado en el plato).

 

Seis: eras algo coqueta.

 

No digo más, pero espero que otros me envíen más testimonios, así me convenceré de que no has sido un modelo de santidad.

Sí, nunca serás canonizada. Nuestra Madre la Iglesia no te propondrá como modelo (aunque quizá podrías serlo para las personas de la tercera edad, y para los novios).

 

Sin embargo, sin embargo y sin embargo, para mí sí eres una santa. Una santa corrientilla. Santa para la gente corriente. Ese pensamiento a mí me ayuda, porque me convenzo de que los santos también tenemos defectos. Y como dicen que me parezco a ti, pues me animo. Yo también puedo ser santo. Corrientillo, pero santo.

Esto prueba que hasta los que tenemos tantos defectos podemos ser santos.

 

Y ahora, en serio.

No nos damos cuenta de lo que tenemos. Estamos viviendo entre santos.

Lo digo para que nos animemos todos. Tú, quien quiera que seas, donde quiera que estés, tú también puedes, debes, ser santo.

 

Señor Jesús, mi Señor! ¿Tú no tienes defectos?

Eres verdadero Dios y verdadero Hombre. Todo lo hiciste bien.

 

Pero tienes un grandísimo defecto…

Siempre te escondes.

Te escondes en Belén.

Te escondes en Nazaret.

Te escondes cuando quieren hacerte rey.

Te escondes al irte a rezar al Padre.

Y te escondes en la Hostia Santa. Para que te busque, arrepentido de mis defectos y de mis pecados.

 

Acoge a mamá Conchita, glorioso san José.

Acógela, mamá María.

No hay comentarios:

En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...