sábado, 4 de febrero de 2017

Dulce hogar II


(Viene de la anterior)

- ¿Y si lo ponemos en un plato y lo cortamos por la mitad con un cuchillo? -sugirió Lester.

Hasta Helen sabía que aquella no era una buena solución. "Eso", pensó ella, "lo sabe hasta un recién nacido"

- ¡¿Qué dices?! Así se te mezcla la cáscara con lo de dentro -explicó ella.

 Los dos se pusieron a observar el huevo. Helen pensó entonces que era ella quien debía asumir la responsabilidad.

- Bueno, alguien tiene que hacerlo -dijo resignada- . Lo volveré a intentar.

 Cogió el huevo y sin pensarlo lo golpeó levemente contra el borde del cuenco. La cáscara se rajó un poco.

 - Parece que la cosa va bien -dijo Lester. Dale otro porrazo.

 Ella repitió el golpe y, levantando el huevo por encima de su cabeza hasta que pudo ver la parte de abajo, informó de que había una evidente raja por la que se veía salir cierta humedad. Pero no era suficiente. Debía continuar hasta el final. ¡Menuda situación!, sin que nadie le explicara qué hacer y que le hiciera hacerlo.

- Voy a intentar abrirlo -anunció con intrepidez, sintiéndose como una heroína.

 Metió la punta de los dedos en la diminuta raja e hizo presión hacia los lados, con los ojos cerrados. Algo sucedió. Notó el chorro de una sustancia fría y pegajosa resbalando sobre sus dedos, el ruido de la cáscara quebrándose en sus manos y, entonces, vio el contenido del huevo en el cuenco: la redonda yema dorada flotaba en la clara transparente.

- ¡Bravo! ¡Lo has conseguido! -gritó su padre admirado.

 Pero Helen percibió en su corazón un sentimiento que la llevaba a no aceptar una alabanza conseguida con demasiada facilidad.

- No, así no es -dijo ella , frunciendo el ceño y contemplando la cáscara que goteaba en la mano- Cuando lo hace mamá, lo de dentro sale entero y limpiamente, y cada mitad de la cáscara queda como una pequeña copa.

 Cerró los ojos y se concentró para recordar las veces en que había visto cocinar a su madre. -"Mamá lo cogía así", imaginó Helen, imitando los movimientos que iba recordando "lo bajaba con un movimiento rápido, así, golpe seco y...

- ¡Genial! ¡Ya sé!, Después de cascarlo, lo gira para que la raja quede arriba y entonces lo abre. Dame otro huevo.

(Del libro de Dorothy Canfield Fisher: "Dulce hogar")

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...