jueves, 26 de marzo de 2015

El señor Armando


Una vez una profesora quiso dar una clase a sus alumnos sobre Jesús.
Como buena pedagoga, empezó hablando de Jesús, sin decir su nombre, esperando que los alumnos adivinaran.

Empezó diciendo: Os voy a contar la historia de una persona muy bondadosa, que nació muy pobre. Nació estando sus padres de viaje...en una cueva abandonada, utilizada por pastores que guardaban allí el rebaño...

Ese niño creció y aprendió el oficio de su padre, que era carpintero...

Cuando tenía edad se preocupaba por los demás, hablaba de Dios a las personas que se cruzaba en los caminos, se detenía junto a los enfermos, les cuidaba las heridas, consolaba a los tristes y desanimados, comía con la gente sencilla. Todos le querían mucho y era una alegría escucharle. Decía cosas que iban directamente al corazón de la gente.

Iba todavía por la mitad de la historia, cuando un niño interrumpió a la profesora y, con desparpajo, le dijo: yo sé quién es esa persona.

La profesora sintió una enorme recompensa con la intervención del niño y quiso darle la oportunidad de que mostrara sus conocimientos de catecismo. Entonces el niño respondió sin titubear: ¡Es el señor Armando, vive en mi barrio, yo le conozco muy bien!

La foto es de la Escuela San Josemaría en Bandundú (RD Congo)

Y yo me he acordado del punto 2 de CAMINO: "Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo"

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...