Subimos al Castillo. Un lugar espectacular. En un enclave perfecto para defenderse de los ataques de los piratas ya que está situado sobre una colina en un recodo del río. Clase de historia por una sabia y simpática guía.
En la foto, con el P. Julio a la entrada del Castillo.
Una anécdota simpática es que se incorporó al grupo, no sé de donde salió, una anciana japonesa, muy, pero que muy pequeñita. Chapurreaba el español y compartió con nosotros el recorrido por el Castillo. Me acordé de San Francisco Javier y recé por el país del sol naciente. Al final nos hicimos una foto con la señora japonesita.
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