viernes, 29 de marzo de 2013

Viernes Santo en Roma


Estoy llegando al alojamiento en Via Aurelia desde el Colosseo donde he asistido al Via Crucis, aprisionado por una gran multitud de gentes, que seguían con emoción las reflexiones de las catorce estaciones.

Antes, en la Basílica de San Pedro, estuve en la Celebración de la Pasión del Señor. Monseñor Mauro Carlino, el que fuera secretario en la Nunciatura en Nicaragua, me facilitó un buen lugar para acompañar al Papa Francisco en estos Oficios de Viernes Santo.

Varias cosas captaron más mi atención:
- Un gran silencio y recogimiento en toda la Basílica. Ni un solo aplauso o vítore al Papa.
- Se cantó la Pasión. Los tres diáconos lo hicieron muy bien. Pero cuando intervenía la schola, el coro, dándole voz a las turbas, se te ponían los pelos de punta:  "Tolle, tolle, crucifige eum!" "¡ Crucifícalo!"
- La forma en la que el Papa adoró al Crucificado, acariciándolo.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...