Cuando tenía cuatro años el Santo Cura de Ars tuvo una pelea con su hermano Gotbon, algo menor que él. Juan María estaba triste, lloraba. Su madre, para consolarle, le dio una imagen de madera que tenían sobre la chimenea de la cocina, que representaba a la Santísima Virgen. Siempre la llevó con él. "Oh! y cuánto amaba yo aquella imagen, dirá poco antes de morir. No podía separarme de ella ni de día ni de noche, y no hubiera dormido tranquilo si no la hubiese tenido a mi lado en la cama...La Santísima Virgen es mi mayor afecto; la amaba aún sin conocerla".Siempre la amó. "Si para dar algo a la Santísima Virgen pudiese venderme, me vendería", decía. En todas las casas de Ars había una imagen de color que les había regalado el Cura: en todas ellas había puesto su firma. El 1 de mayo de 1836 consagró la parroquia a María Inmaculada. Poco después mandó hacer un corazón dorado que cuelga todavía de la imagen de la Virgen que preside una capilla lateral. Quiso que en ese corazón estuviesen encerrados, escritos en una cinta de seda blanca, todos los fieles de Ars.
"Verdaderamente, decían quienes le escucharon homilías hablando de María, era emocionante el entusiasmo con que habalaba de su santidad, de su poder y de su amor".
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