Qué bien lo explica la profesora chilena Alejandra Carrasco cuando dice que "No es que yo espere la vida eterna, sino también que Dios me está esperando a mí".
"Cuando dos personas se quieren y se miran no se cansan de sostener la mirada una en la otra. Y ese cruce de miradas cambia el sentido de su vida".
"Pensé en esta analogía: una mujer desea tener un hijo y espera quedar embarazada y esa esperanza le llena de ilusión. Pero no es esta la esperanza cristiana. La esperanza cristiana es más bien como la de la mujer que está ya embarazada. El hijo ya está en ella, es una realidad presente, que cambia necesariamente su modo de vivir. La primera puede olvidar su esperanza un día y emborracharse y no pasa nada. La segunda puede también olvidarla y emborracharse, pero hace daño a su hijo. Por eso no lo hace, o es mucho más difícil que lo haga. Ya embarazada, esperando un hijo, su vida entera se transforma".
Así es la esperanza del cristiano: la realidad presente del futuro cambia nuestra vida.
El mensaje cristiano no es solamente informativo, no es una simple comunicación de cosas, sino que sobre todo es performativo, pues es capaz de transformar la vida de las personas y los espacios de la convivencia social.
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