Cuando San Pablo llega a Atenas y ve el altar al Dios desconocido, se conmueve. Y le servirá para decir a los griegos que venía a anunciar a ese Dios que veneraban sin conocer. Sus poetas lo han dicho: somos de la sangre de Dios, del linaje de Dios.
Me acordaba al ver que la China tiene un corazón humano. Es una criatura. La China es una niña.
Pienso en nuestro sacerdocio. Somos de la Sangre de Dios. Y anunciamos al mundo que la China es también hija de Dios.
Cada nación es una niña.
Y María, nuestra Madre, es la Niña del Cielo.
3 comentarios:
Me ha gustado.
Pero, por qué es un cuento del Congo?
Porque La Repúplica Democrática del Congo es otra niña
Murcia también.
¿Entonces?
Publicar un comentario