Y tras cruzar de nuevo Jesús en la barca hasta la orilla opuesta, se congregó una gran muchedumbre a su alrededor mientras él estaba junto al mar. Viene uno de los jefes de la sinagoga, que se llamaba Jairo. Al verlo se postra a sus pies y le suplica con insistencia diciendo: Mi hija está en las últimas. Ven, pon las manos sobre ella para que se salve y viva. Se fue con él...
Él tomándola de la mano, dijo en voz alta: Niña levántate. Volvió a ella su espíritu y se levantó al instante.
Que sepamos "echar una mano" a las almas sabiendo que Él les dará o aumentará la Vida.
En la foto, el lago de Genesaret.
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