domingo, 17 de abril de 2022

Aquellas mujeres

 


"El día siguiente al sábado, todavía muy de mañana, llegaron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado; y se encontraron con que la piedra había sido removida del sepulcro" (Lucas 24, 1-2)


"A mí me conmueve la fe de estas mujeres -decía san Josemaría-, y me trae a la memoria tantas cosas buenas de mi madre, como vosotros recordaréis también muchos detalles estupendos de la vuestra... 

Aquellas mujeres sabían de los soldados, sabían que el sepulcro estaba completamente cerrado; pero gastan su dinero, y al punto de la mañana van a ungir el cuerpo del Señor... 

¡Hace falta ser valientes!...

Cuando llegaron al sepulcro, repararon que la piedra estaba apartada. Esto pasa siempre. Cuando nos decidimos a hacer lo que tenemos que hacer, las dificultades se superan fácilmente"

Les pedimos a ellas ese amor a Jesús, más fuerte que el tremendo sufrimiento de la Pasión. En el corazón de aquellas mujeres, la hoguera que encendió el mismo Cristo no se había apagado del todo.

 Han madrugado y no ha sido en vano. Dios no puede resistirse a un amor así y les entrega la mejor noticia, la página definitiva en la que tienen  cumplimiento todas las profecías:

 "He resucitado y ahora estoy siempre contigo, dice a cada uno de nosotros. Mi mano te sostiene. Dondequiera que tú caigas, caerás en mi manos. Estoy presente incluso a las puertas de la muerte. Donde nadie ya no puede acompañarte y donde tú no puedes llevar nada, allí te espero yo y para ti transformo las tinieblas en luz"

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...