Santa María es -así la invoca la Iglesia- la Reina de la paz.
Por eso, cuando se alborota tu alma, el ambiente familiar o el profesional, la convivencia en la sociedad o entre los pueblos, no ceses de aclamarla con ese título:
Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!
¿Has probado, al menos, cuando pierdes la tranquilidad?... - Te sorprenderás de su inmediata eficacia.
( cfr. Surco 874)
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