La Santa Misa es la alabanza y la reparación perfecta que Cristo, con y por el Espíritu Santo, hace a Dios Padre en nombre de toda la humanidad, incluso por los que no le aman.
Cuando el espectáculo de la presencia del mal en la sociedad, la familia, los negocios, la política..., pueda originar desánimo y tristeza, recordemos que una Misa da a Dios la gloria que muchos le niegan y repara sobreabundantemente el daño que el pecado hace al Cuerpo Místico de Cristo.
Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo. (1 Juan 2, 2)
La Santa Misa suple las deficiencias nuestras y las de los demás.
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