"... Y estaba encorvada sin poder enderezarse de ningún modo. Al verla Jesús, la llamó y le dijo:
-Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
Y le impuso las manos, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios" (Lucas 13, 11-13)
Como ella -comenta San Agustín- son los que tienen su corazón en la tierra; después de un tiempo han perdido la capacidad de mirar al Cielo, de contemplar a Dios y de ver en Él la maravilla de todo lo creado. El que está encorvado, siempre mira a la tierra, y quien busca lo de abajo, no se acuerda de a qué precio fue redimido. Se olvida de que todas las cosas creadas han de llevarle al Cielo y contempla sólo un universo empobrecido. (Hablar con Dios. Lunes XXX Semana del Tiempo Ordinario)
Y he considerado cuántos hombres y mujeres andan hoy encorvados con su móvil o celular. ¿No será que Jesús quiso adelantarse a hacer ese milagro pensando en lo que ocurriría siglos después?
No hay comentarios:
Publicar un comentario