viernes, 27 de julio de 2018

Machado y lo trascendente


Me ha servido lo que cuentan José María y Jaime sobre la religiosidad del poeta Antonio Machado. (Al final explico el por qué)

Los mejores lectores del poeta perciben en los versos de Machado una profunda espiritualidad.

Sin duda, no fue fácil su relación con la institución eclesiástica, pero Jesucristo está presente en sus poemas, en su prosa y probablemente en su vida.

En la poesía y en la prosa de Antonio Machado (1875-1939) la referencia a Dios y a la persona de Jesucristo es muy frecuente. La posición teísta de Machado queda de manifiesto en numerosos lugares de su obra: "El ateísmo -escribe- es una posición esencialmente individualista: la del hombre que toma como tipo de evidencia el de su propio existir, con lo cual inaugura el reino de la nada, más allá de las fronteras de su yo. Este hombre o no cree en Dios, o se cree Dios, que viene a ser lo mismo. Tampoco este hombre cree en su prójimo, en la realidad absoluta de su vecino. Para ambas cosas carece de la visión o evidencia de lo otro, de una fuerte intuición de otredad, sin la cual no se pasa del yo al tú"

Para Machado la realidad de Jesucristo como fundador del auténtico amor fraterno que nos dirige al Padre es una idea recurrente para expresar la superación del solipsismo racionalista y la esencial alteridad del ser personal. Esta fraternidad es algo más que una pura relación filantrópica al modo ilustrado, pues contiene una apertura a lo trascendente.

Nuestro poeta afirma de modo claro que "sobre la divinidad de Jesús he de deciros que nunca he dudado de ella" y también en sus Apuntes íntimos: "Siempre estimé como de gusto deplorable y muestra de pensamiento superficial el escribir contra la divinidad de Jesucristo. Es el afán demoledor de los pigmeos que no admiten más talla que la suya"


(A "Polo" lo conocí hace apenas tres semanas y lo he visitado cuatro veces, la última, ayer, pocas horas antes de morir. La conversación, fuerte y apasionada al principio, fue derivando en apretones de manos y la caricia agradecida de la Unción. Y esas recomendaciones últimas: "¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? / En la vida y en la muerte somos del Señor / Tenemos una casa que tiene duración eterna en los cielos")

(En la foto, Granada Nicaragua, ciudad también de grandes poetas y donde descansa mi nuevo amigo)

No me resisto a recordar el final de la saeta de los gitanos:

¡Cantar de la tierra mía,
que echas flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!

Antonio Machado

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...