jueves, 10 de agosto de 2017

Ciempiés


Gerardo me ha recordado un cuento muy significativo que leí hace tiempo en "El Mundo de Sofía":

"Érase una vez un ciempiés que bailaba estupendamente con sus cien pies. Cuando bailaba, todos los animales del bosque se reunían para verlo. Y todos quedaban muy impresionados con el exquisito baile. Pero había un animal al que no le gustaba ver bailar al ciempiés. Era un sapo...
- Sería un envidioso...
-¿Qué puedo hacer para que el ciempiés deje de bailar?, pensó el sapo. No podía decir simplemente que no le gustaba el baile. Tampoco podía decir que él mismo bailaba mejor; decir algo así no tendría ni pies ni cabeza. Entonces concibió un plan diabólico.
-¡Cuéntame!
- Se sentó a escribir una carta al ciempiés. 'Ah, inigualable ciempiés', escribió. 'Soy un devoto admirador de tu maravillosa forma de bailar. Me encantaría aprender tu método. ¿Levantas primero el pie izquierdo nº 47? ¿O empiezas el baile levantando el pie izquierdo nº 23 antes de levantar el pie derecho nº 18? Espero tu contestación con mucha ilusión. Atentamente, el Sapo'
-¡Caray!
- Cuando el ciempiés recibió la carta se puso inmediatamente a pensar en qué era lo que realmente hacía cuando bailaba. ¿Cuál era el primer pie que movía? ¿Y cuál era el siguiente?
¿Qué crees que pasó?
-Creo que el ciempiés no volvió a bailar jamás.
Sí, así acabó el cuento"

Se pueden sacar varias consecuencias de este cuento.
Una de ellas es el daño que hace la envidia, incluso disimulada con buenas maneras.

Nuestro comportamiento no puede ser así. Hemos de procurar siempre el bien de los demás, no confundirlos.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...