sábado, 14 de noviembre de 2015

Asombro ante la verdad


"Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último de todos y el servidor de todos.
Y acercó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
-El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y quien me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado" (Marcos 9, 34-37)

El comentario, no tan breve, me lo ofrece Antonio:

El Reino de los Cielos es cosa no de la gente con aires de importancia sino cosa de niños. Dios es como un niño, el niño es como Dios. ¿En qué se parecen?

Los niños viven en el asombro ante la verdad de las cosas. Están tan abiertos a la verdad, a toda verdad, que no entienden nada cuando se les miente, aunque sea en broma. No entienden los engaños. Sufren ante los engaños. Un ejemplo lo explicará:

Recuerdo que en una sobremesa familiar uno de los presentes era muy hábil en juegos de magia. Se había metido apretujada en el zapato una porción grande de gomaespuma pintada de tal modo que parecía una auténtica piedra de regular tamaño. En cierto momento, una sobrina pequeña observaba en brazos de su madre la conversación intrascendente de los mayores. Entonces el mago, su tío, dijo, como quien no quiere la cosa: "me parece que tengo una piedrecita en el zapato que me molesta un poco, voy a ver". Se quitó el zapato y apareció de pronto la gran piedra, más falsa que Judas. Tras un momento de estupor, la pequeña rompió a llorar. Creía que era una roca de verdad y sentía el dolor que le habría causado a su tío en el pie. Podía sentir algo tan rico y complejo como la compasión hasta el llanto, pero no podía reconocer un engaño tan patente.

¿En qué se parece Dios a la niña?
En que es incompatible con el engaño. No puede engañarse ni engañarnos. Él es la Verdad y Jesucristo la Verdad hecha carne.

Por eso no podemos entrar en el Reino de los Cielos si no nos hacemos como niños, con la sencilla apertura a la verdad total, sin admitirnos la más leve sombra de mentira en nuestro pensar, decir y actuar.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...