martes, 7 de julio de 2015

Sin dilaciones


El 7 de julio de 1935 -se cumplen hoy 80 años- el beato Álvaro del Portillo pidió la admisión en el Opus Dei.

Álvaro siempre estuvo convencido del carácter sobrenatural de su decisión:

 "Se trató evidentemente de una llamada divina porque no se me había pasado ni lejanamente por la cabeza la idea de una vocación de esa clase: yo pensaba solamente que me doctoraría en ingeniería y crearía una familia... Cuando tenía ventiún años, conocí a san Josemaría. Fue entonces cuando me hablaron de la Obra, y recibí aquella gracia tumbativa que me empujó a responder: Señor, aquí estoy, yo quiero ser de la Obra"

Lo hizo sin dilaciones. Su alma estaba bien dispuesta.

Bien dispuesta desde niño. ¡Qué importante es la familia!

Cuando cumplió los 75 años evocó en una homilía el clima cristiano que reinaba en aquel hogar:

 "Eché una mirada rápida a mi vida, y me vinieron a la memoria y al corazón tantos beneficios del Señor: una familia cristiana, unos padres que me enseñaron a ser piadoso, una madre que me inculcó una devoción especial al Sagrado Corazón y al Espíritu Santo, y una particular veneración a la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, y...¡tantos otros bienes!

¡Qué importante es la familia!

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...