Desde que fueron elevados por Dios a participar de su vida íntima, los ángeles contemplan la divina Esencia y son bienaventurados. Los hombres, en cambio, no estamos en las mismas condiciones: en la tierra vemos a Dios oscuramente.
Sin embargo, en su sabiduría infinita y movido por su Misericordia, el Señor ha encontrado el modo de hacerse visible a los ojos de los hombres: la Encarnación del Verbo.
Este gran prodigio ha sido posible gracias a la Santísima Virgen, que se entregó sin reservas al cumplimiento de la Voluntad divina.
En la foto, Nuestra Señora de los Ángeles, imagen muy venerada en nuestro vecino país del sur: Costa Rica.
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