martes, 9 de marzo de 2021

Conchita C-2


 


Mi hermano mayor me hace caso en casi todo -yo le hago caso en todo- por eso, al cumplirse un mes del tránsito de mamá, le pedí que volviera a escribirle. Y aquí está esa carta C-2:


Lubumbashi, 9 de marzo de 2021         


Mamaíca mía:

 

Te prometí seguir escribiéndote. Pero no te dije cuándo.

Ayer estuve a punto de hacerlo, pero me pasé el día hablando contigo por el teléfono interno. Te oía muy bien.

Estabas tan contenta. Más que siempre.

Y me contaste de tus descubrimientos en este mes que llevas en la Casa del Cielo.

¡Un mes entero!

Sí, pasaste volando por el Purgatorio.

Tú que creías que ibas a estar allí mucho tiempo por tus muchos defectos.

Pues no.

María de una mano, José de la otra y ¡para adentro!

 

Al primero que encontraste fue a nuestro Jesús.

Allí no se esconde. Lo ves siempre.


 

Y Él te llevó a papá, que lo primero que hizo (tras abrazarte), fue enseñarte un balcón, en forma de whatsApp (él sigue manejándose bien con el ordenador) y te pusiste tan contenta al comprobar que nos veías perfectamente.

¡Mis hijicos!

¿Y quién es esa chica que está llorando?

Pero Conchi, si es Chari…
Pues no la he reconocido…
Es que ha cambiado mucho, desde que Fede le hace llorar.
Tonto, que no es eso.
Ha cambiado mucho, ahora quiere ser santa, como tú.

 

Pero lo que más me impresionó de lo que me contaste fue que papá es muy conocido en el Cielo.

Ahí todo el mundo se pasea con sus medallas. 

Y él tiene tantas medallas como veces que, contigo, pusisteis con la grúa, a la abuelita Lola del sillón a la cama.

 

En el Cielo nada se olvida así que sigue enviándome imágenes para que me vaya animando a utilizar muchas grúas.

 

Ah, después papá te preguntó si querías ver a los Gil o a las hermanas Quirós.

Te descomposiste viendo a la abuelita, al abuelo Alfredo, a la tía Pilar y a tus hermanos Pepe y Alfredo.

Y luego, qué fiesta con las seis del Buen Pastor, rodeando al abuelo Federico y a la abuela





Por cierto, me dijiste que la abuelita Vicenta se acordaba de cuando veníamos los domingos del fútbol y ella estaba cosiendo, y se quitaba los alfileres para que no nos pincháramos al besarla. 

A mí aquello me impresionaba mucho, y lo cuento, para que aprendamos a quitar de nuestros gestos lo que pueda molestar a los demás.

 

Me parece que te estás riendo al leer mi carta, pero yo estoy como Chari.

Te quiere tanto, tu hijo,

Fede

1 comentario:

Charlie dijo...

Es de lo más tierno,y ese amor filial!

En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...