lunes, 18 de enero de 2021

Disfrutar de la cercanía de Dios

 


"¿Por qué los discípulos de Juan y los fariseos ayunan y, en cambio, tus discípulos no ayunan?

Jesús les respondió: ¿Acaso pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?..."

(Marcos 2, 18-19)


El ayuno es un modo de rezar con el cuerpo: a través del "vacío" que experimentamos en nuestra dimensión orgánica nos acordamos de que el "vacío" más crítico es el de la ausencia de Dios.

Un ayuno que nos impida disfrutar de la cercanía de Dios no tendrá sentido: los discípulos de Jesús gozan ya de la alegría de convivir con el Hijo de Dios, mientras que los otros todavía no lo han descubierto.

Una señal de la llegada de los tiempos mesiánicos era precisamente la abundancia: lo vemos, por ejemplo, en el delicioso vino de las bodas de Caná, o en la gran cantidad de panes y peces que Jesús ofreció a la multitud. Era bueno para los discípulos de Cristo que experimentaran también esa sensación de bienestar cuando estaban con Él.

Es lo mismo que hacemos hoy los cristianos cuando celebramos las fiestas de una manera magnánima, en la belleza del culto, en la alegría del festejo y en el sabor de la mesa.

La santidad tiene esa riqueza de pasar por estrechez y por abundancia, pero siempre con alegría, porque en todo momento el Señor está cerca de nosotros.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...