miércoles, 7 de agosto de 2019

Alabar a Dios


Estos días me encuentro de convivencia en "El Carrizal" Diriamba, con un grupo de profesionales, impartiendo un curso de Iniciación Teológica sobre la Escatología.

Ayer precisamente dialogábamos, ante un bello atardecer (la foto está tomada desde la terraza de la casa) sobre el Juicio Universal y la gloria y soberanía de Dios:

Existen personas a quienes les resulta anacrónico y humillante arrodillarse ante algo o alguien. Sin embargo, es un sentimiento común el rendir homenaje a aquellas personas que por sus cualidades y servicios al bien común lo merecen.

Hay cosas que no se pagan con nada, suele decirse a veces. El honor, la gratitud, es algo tan hermoso como vulnerable, no se puede medir o pesar, pero resulta casi indispensable. La pérdida del honor puede hundir a personas o instituciones, destruirlas. El respeto y la gratitud por sus méritos, en cambio, puede estimularles a seguir por ese camino o ayudarles a soportar un destino difícil.

Alabar a Dios es un privilegio del hombre, es abrirse al mensaje que nos llega de lo alto, un homenaje a todo lo que es Sabiduría, Bondad, Belleza, lo cual nos engrandece porque mostramos que somos capaces de apreciarlo, al paso que nos vuelve también mejores.

Quien no se conmoviera ante la belleza de la naturaleza, del arte, del ingenio humano, y, en última instancia, de Dios Creador de todo eso, demostraría que es incapaz de ella.

Sólo la ceguera, la inconsciencia o una mirada distorsionada por el culto al yo, puede ver en la alabanza a Dios un gesto sin sentido.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...