domingo, 7 de octubre de 2018

Descubrir el amor


Se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron si es lícito el divorcio (cfr Marcos 10, 2)

(Me gusta asomarme al blog de Paco Varo, condiscípulo en Roma y ahora maestro de teología bíblica, por sus comentarios al evangelio de cada domingo)

La respuesta de Jesús los lleva al principio, a los planes de Dios sobre el mundo:

Lo que Dios une, que no lo separe el hombre (cfr Marcos 10, 9)

En el plan original de Dios para el ser humano está el matrimonio indisoluble. Los mandamientos no son imposiciones arbitrarias de Dios, sino que tienen que ver con "el principio", el orden creado: son Torah, enseñanza, el manual de instrucciones para el mundo.

Todos necesitamos remontarnos "al principio". Recibimos tantos datos de fuera que vamos acumulando saberes, sentimientos, normas sociales para distintos ambientes, que a veces nos pueden ir sacando del camino de nuestros ideales. Pero notamos que falta algo: unos horizontes en los que adquiere sentido lo que nos pasa. Y un buen lugar para buscarlos es en la sabiduría de Dios sobre el mundo y sobre nosotros:

El descubrimiento y redescubrimiento de la propia vocación

Todo esto lleva a pensar en la seriedad con la que las personas que hayan recibido la vocación al matrimonio han de prepararse para él y pensar desde tiempo atrás sus decisiones, porque son irrevocables. El amor no es cuestión de sentimientos enloquecidos por una primera impresión del atractivo físico o moral de alguien, sino algo en lo que interviene mucho la inteligencia y el corazón, a los que la fe y la gracia de Dios pueden ayudar mucho.

El amor no se mide por la búsqueda de la satisfacción de un deseo o atracción personal, sino por la capacidad de entrega, de renunciar al propio yo por la persona amada. El amor no es calculador, no lleva cuentas de qué he dado y qué debo recibir. Sólo piensa en dar para hacer feliz a la persona amada.

Jesús habla claro. No caben uniones a prueba. Un amor que no es definitivo no es amor. Quien dijera "te amo mientras seas joven, o mientra no engordes..." en realidad no está amando a la persona, sino usándola como un objeto de lo que a él le apetece. El amor sólo es verdadero cuando va unido a una entrega total.

Hay muchas personas a las que Jesús llama al celibato para que sean los príncipes / princesas del amor: hombres y mujeres que como él no piensan para nada en sí mismos, sino que encuentran la felicidad más plena en vivir para hacer felices a todos los demás.

Quien no entienda el valor del celibato apostólico tampoco entenderá a fondo el amor matrimonial, ya que no sabrá de amor, sino de satisfacción de los propios instintos, que con el paso del tiempo, si no se aprende a amar, terminan llenando de vacío y amargura.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...