"Y llegaron a Cafarnaún. Estando ya en casa, les preguntó: -¿De qué hablabais por el camino?" (Marcos 9, 33)
Dios, que es tan grande, no teme abajarse. El poder de Dios se manifiesta en la humildad. Dios se ocupa de nosotros. No quiere ignorar cada dolor. No sabe ignorar el mal.
Hasta la más nimia contrariedad no deja a Dios indiferente. Nunca estamos solos.
Ese sufrimiento, compartido por Dios, es lo que se llama Amor.
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