"En los números 20-21, se habla del Padre como Fuente y Origen de la Palabra.
Sin embargo, lo más impresionante de estos dos puntos es cuando el Papa nos dice que Dios habla al callarse: el silencio de Dios.
El Papa se refiere directamente a la experiencia de la noche obscura de los místicos, pero también a la de los cristianos que dejan de oír a Dios por un tiempo, porque se retira. Y afirma que el silencio es una expresión importante de la palabra de Dios. El silencio de Dios es una etapa decisiva en el camino terreno de Jesús. Concretamente, el silencio de Dios se hace patente en el momento de su Muerte, en la que se cosuma su Vida y la nuestra.
Cuando Dios se calla, cuando parece que todo está perdido, porque el pecado nos ha abismado en el alejamiento de Dios, el Padre nos resucita.
Los cristianos contemplativos experimentan el silencio de Dios como antesala del Cielo".
2 comentarios:
Me parece que es "se consuma" y no "se cosuma"
Atentamente
Ciertamente Padre!
Es un tema muy interesante y profundo para hablar y reflexionar.
La verdad yo estoy experimentando ese "silencio" de Dios desde hace un tiempo ya y es desesperante, porque muchas cosas que pasan en mi vida no tienen sentido alguno para mi, cuando he aceptado, creído y amado a Dios con todo mi corazón, entonces estos momentos de "abandono" o "silencio" de Dios es incomprensible.
Pero también tengo que decir que es la experiencia más maravillosa que me ha regalado Dios, porque ha fortalecido muchísimo mi fe, porque ahora sé que aunque no me hable o no lo sienta actuar en mi vida el siempre está actuando en nuestras vidas. El nos prometió que siempre va a estar con nosotros, pero no dijo que siempre lo vamos a sentir.
Lo podemos ver claramente en el libro de Job. Entonces yo he aprendido a doblar mis rodillas ante él, a tener más humildad de corazón, y menos soberbia y a decir “Papito que yo haga siempre tu voluntad y no la mía” (Es mi oración de cabecera).
Comprendí que no tengo porque entender a Dios ni a sus planes, simplemente tengo que confiar en él, y ha sido un proceso largo y amargo hasta llegar a este punto de reflexión, pero ahora puedo aceptar ese “silencio” con más tranquilidad porque sé que Dios está siempre conmigo a pesar de su “silencio”.
Saludos,
María Fernanda
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