Una de las veces que Jesús habló de los Novísimos o verdades eternas fue contando la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. El juicio tras la muerte marca las diferencias.
"... Entre vosotros y nosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieren atravesar de aquí hasta vosotros, no pueden; ni tampoco pueden pasar de ahí hasta nosotros" (Lc. 16. 26)
El tiempo de merecer acaba con la muerte. Y es el amor quien cava ese abismo. Cuando se es condenado por la justicia, se puede recurrir al Amor, pero, cuando se es condenado por el Amor, ¿a quien recurrir?...
El Amor es la vida o la muerte; y, si se trata del amor de Dios, es la vida eterna o la muerte eterna.
2 comentarios:
Querido D. Alfredo,
He encontrado por ¿casualidad? su blog. Qué alegría ver fotos recientes suyas. Je, también he visto la de José Antonio "catacrof" Araña...
Supongo que por mi abuela ya sabe que llevo un año en Madrd. Muy contento, ya con 3 niños preciosos y un trabajo apasionante.
Un fuerte abrazo
Manuel
No sabía de tus andanzas pero me alegra mucho esta "asomada" tuya al blog.
Siempre vivísimo el recuerdo de Canarias.
Otro abrazo fuerte
Alfredo
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