sábado, 27 de septiembre de 2014

Beatificación: Pequeña crónica




Cansado, ya que tuve que recorrer todo el recinto varias veces, pero felicísimo por lo vivido este día histórico de la Beatificación de don Álvaro.
Madrugón para llegar a una de las muchas concelebraciones eucarísticas previas a la ceremonia en las capillas instaladas a lo largo de toda la avenida.
Impresionaba lo bien preparado que estaba todo. ¡Y cómo te ayudaban!
Aunque el altar estaba bien lejos, se sentía que la participación era intensa, piadosa.
Con la anécdota que contó el cardenal Amato de don Álvaro subiendo de rodillas la Escala Santa de Roma, ni que decir que la adoración en la Consagración fue eso: verdadera adoración agradecida.
Sorprendió de entrada la carta del Papa Francisco, por su contenido...
Ya lágrimas en el momento solemne de la proclamación del nuevo Beato. Su imagen se descubrió ¡digitalmente!
El Cardenal Amato habló despacio, dulcemente. Esa homilía vale la pena leerla y releerla. Se le notaba gozoso de presidir la ceremonia. Las pantallas y el sonido, de maravilla. El coro, no digamos. Al final me sorprendió que todos los del coro se voltearon hacia los asistentes ¡para aplaudirnos!
Más lagrimas cuando el niño chileno del milagro llevó la reliquia. (En la tercera foto se ve al nica Carlos Mairena -buena representación en el altar- con el pequeño)
De las peticiones en varios idiomas me llamó la atención la china, hablando en chino...no podía ser de otra forma.
Todos los concelebrantes, la mayoría obispos, nos enseñaron a que, hasta en grandes concelebraciones, se puede guardar la dignidad de la liturgia.
Al final, el Padre arrancó muchos aplausos en los agradecimientos: Para el Papa Francisco, el Cardenal Amato, el Cardenal Rouco, Benedicto, san Juan Pablo II y san Juan XXIII, para el próximo beato Pablo VI, ¡para san Josemaría!, para los enfermos, para los que no habían podido venir, para el coro, para los voluntarios... al estilo nica...
El Cardenal Rouco hizo aún más madrileño a don Álvaro.
Más lágrimas en la Salve. Nunca había cantado la Salve de los sábados -costumbre en la Obra- con tanta gente.
¡Y gente buena!: ¡Era el Cielo, porque todos te caían muy bien...todos!...
En la salida la marcha era interrumpida continuamente por saludos que venían de un lado y de otro.
Y mañana, más...

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...