Hace justo un año, en Nicaragua, se jugó un gran partido de tenis. ¿Quién ganó? ¿Riqui o Alfredo? Fueron días inolvidables, sabrosos...
Sabrosa, también, es la siguiente reflexión hace poco leída: "La firmeza de convicciones no está reñida con la apertura de mente, necesaria para un diálogo con los demás. Aunque podamos afirmar que la Iglesia católica tiene la plenitud de la verdad, yo -como creyente- personalmente no la tengo. O, mejor dicho, la tengo de forma implícita cuando hago un acto de fe y participo de la plenitud de la Iglesia. Pero, como en mi vida cotidiana no he llegado a esa plenitud, los demás siempre pueden enseñarme algo. Puedo aprender de todos."
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