Hace poco tuvimos en el colegio ALTAMAR un debate muy interesante, en la llamada "escuela de padres" sobre la libertad de los hijos.
El punto álgido llegó con la sugerencia de evitar el exceso de "premios y castigos" porque neutraliza el ejercicio de la voluntad, ya que ésta debe moverse por "lo bueno en cuanto tal" y no tanto por el "bien para mí".
Salieron ideas como la de que aportando las razones oportunas y adecuadas a su edad, en los hogares debería hacerse comprender a los niños, desde muy pequeños, que el "todos lo hacen" no goza de ningún peso en esa casa: "Si es bueno -se les podría explicar- tienes todas mis bendiciones para llevarlo a cabo, aún cuando ningún compañero estuviera dispuesto a realizarlo"; "por el contrario -cabría añadir-, si se trata de algo malo, aunque todos los habitantes de la tierra (incluidos mamá y yo) lo hiciéramos a diario, tú no deberías en modo alguno ponerlo por obra"
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