Abraham: su nombre viene de "abh" que significa padre y "raham" que significa padre de muchos pueblos. Todos somos hijos de Abraham.
La llamada de Dios a Abrán, en el siglo XVIII antes de Cristo, es la entrada de Dios en la historia humana. Dios se da a conocer a Abrán como el único y verdadero Dios y le pide que salga de su tierra y se ponga en camino hacia un país que Él le indicará.
Para animarle a obedecer, Dios promete a Abrán que será padre de una nación. Abrán cree a Dios y se pone en camino desde Jarán, en Mesopotamia, hasta la tierra de Canaán, al sur, la tierra que hoy ocupan Israel, Jordania, Líbano y Siria.
Una vez llegado a Canaán, Dios fortalecerá la fe de Abrán poniéndola a prueba varias veces. Primero le confirma con palabras solemnes la promesa que le había hecho antes de salir de casa de su padre: Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes para siempre (Gn 13, 15)
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