martes, 16 de enero de 2018

La conciencia


Durante estas semanas en Panamá he participado en un curso de teología moral sobre temas muy interesantes y siempre de actualidad.

Uno de esos temas fue el de la conciencia.

Me ilustró las consideraciones certeras de que el sentido de culpa, la capacidad de reconocer la culpa, pertenece a la esencia misma de la estructura psicológica del hombre.

El sentido de culpa, que rompe una falsa serenidad de conciencia y que puede definirse como una protesta de la conciencia contra la existencia satisfecha de sí, es tan necesario para el hombre como el dolor físico en cuanto síntoma que permite reconocer las alteraciones de las funciones normales del organismo.

El que ya no es capaz de percibir la culpa está espiritualmente enfermo, es "un cadáver viviente, una máscara de teatro"

Esto se ve en la parábola que contó Jesús del fariseo y del publicano (cfr Lucas 18, 9-14):

El fariseo no sabe ya que también él tiene culpas. Está completamente en paz con su conciencia. Mas este silencio de la conciencia le hace impenetrable para Dios y para los hombres.

En cambio, el grito de la conciencia, que no da tregua al publicano, le hace capaz de verdad y de amor.

(En la foto, una de las sesiones en la sala de estudio de Cerro Azul)

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...