Día intenso este domingo en Tierra Santa. A la vez, recordando a cada rato la hora en Nicaragua y Panamá, pues sigo 'de cerca a lo lejos' la JMJ. Rezando por los frutos de esa gran concentración de jóvenes y por otras muchas intenciones de gentes que me escriben para encomendar en los Santos Lugares.
Salimos de Saxum a las 7.00 am hacia Betania, al otro lado del Monte de los Olivos. Iba con mucha ilusión al hogar de Marta, María y Lázaro, ese hogar "sereno y apacible" de los amigos del Señor. Y no me defraudó, al contrario, se estaba bien, muy bien, en la iglesia bellísima que lo rememora.
Celebramos la Misa que presidió el Padre Francis Wurmser (Guatemala). Me llegó lo que dijo en la homilía, recordando a san Josemaría cuando consideraba en 'Camino': "y tanto como a Lázaro te quiere a ti". Yo estaba en una esquinita del presbiterio muy a gusto.
Al terminas me encantó uno de los mosaicos que están en los cuatro lados de la iglesia con las escenas del Evangelio de Betania (foto primera de portada): María ungiendo al Señor, pero en la cabeza, como si fuera una peluquera... Compré varias postales de esa representación. Sé a quien le va a gustar. Y también compré -era otro de mis objetivos- un frasco de perfume de nardo puro.
Curiosa la entrada estrechísima a la que podría haber sido la tumba de Lázaro y a la que entramos todos en pequeños grupos.
Desde Betania cogimos la carretera que baja a Jericó (donde está ambientada la parábola del buen samaritano) entrando en el desierto de Judea. No me podía imaginar lo verdaderamente desierto que es todo eso. Hasta una especie de 'calima' que nos acompañó desde entonces y que parece que así es siempre.
Divisamos Jericó a lo lejos -algo verde- para desviarnos al río Jordán, donde Jesús fue bautizado por san Juan. ¡Y yo hice de Bautista! pues con estola y una concha fui derramando agua del río sobre la cabeza de cada uno de los del grupo, después de que todos renováramos nuestro bautismo.
De nuevo al bus y paralelos al Jordán y al Mar Muerto, hacia el sur, llegamos a Masada, la fortaleza de Herodes en un lugar alto y espectacular. No pudimos subir porque el teleférico estaba en reparación precisamente hasta mañana. Vimos una película y una buena explicación en el museo de todo lo que aconteció en ese lugar que yo en gran parte desconocía.
El cambio de planes fue para mejor, porque dio tiempo de acercarnos a las cuevas de Qumran: ¡espectaculares! Otro documental y visita a tan prodigioso lugar, todo desértico con grandes barrancos. Allí almorzamos en el restaurante del museo, lleno de turistas, pero teníamos reservadas 4 mesas grandes.
Y, por fin, la última parada fue ir a bañarse ¡al Mar Muerto! Varios nos atrevimos a hacerlo. La verdad es que es un baño desagradable, por el fango del fondo, la cantidad de sal... pero me bañé por aquello de poder decir: yo floté en el Mar Muerto.
De vuelta a Saxum, subiendo a Jerusalén, pensaba otra vez cuántas veces haría ese trayecto el Señor. Los paisajes tan áridos no han debido cambiar mucho.
En Jerusalén despedimos a Ronit, nuestra guía, con un fuerte aplauso, pues ya no nos acompañará más en este viaje.
(Mañana nos quedaremos en Saxum. Será un día de Retiro Espiritual que nos va a venir requetebién para sedimentar tantas emociones. Así que también descansará el blog)
2 comentarios:
El desierto de Judea impresiona de verdad.
No dices si viste el sicomoro de Jericó y las grutas donde Jesús tuvo las tentaciones.
Y el Jordán !
En el Mar Muerto ver a tanta gente del mundo entero..., algún día te contaré con quién me encontré allí.
Encomiendo tu retiro y los frutos del día 30 en Nicaragua.
Pasamos de lejos por Jericó
Sí,ahora muy pendiente de la estancia del Padre en Nicaragua.
Seguimos...
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