lunes, 21 de enero de 2019

Tierra Santa: Jerusalén


Todos estos días, cuando la salida es a Jerusalén, siempre empezamos por tener un rato de oración y la Santa Misa en Saxum.

Y a las 8.00 am al bus para la Ciudad Santa. Hoy nos dirigimos a la explanada del Templo, que con gran pena está ocupada por el Islam. La historia es larga y conflictiva...
Para los judíos es un lugar santo porque allí estaba el Templo, la Presencia de Dios. Por eso rezan en el muro occidental (para nosotros conocido como el muro de las lamentaciones) porque es el lugar más próximo al Santa Santorum del Templo.
Para los cristianos es uno de los lugares donde más estuvo el Señor, donde fue presentado, donde se quedó a los doce años, donde enseñó y predicó, donde expulsó a los mercaderes...

Se entra por una especie de pasarela junto al muro de las lamentaciones (en la foto, parte inferior) y donde hay que pasar un control y evitar llevar cualquier símbolo religioso que no sea musulmán. Da a una zona arbolada y, después tanto al norte (cúpula dorada) como al sur (mezquita) hay una grandísima explanada.

Eso sí, nada te impide rezar mucho por dentro: "...venga a nosotros tu Reino..."

A la vez que vas escuchando las interesantes explicaciones de nuestra guía judía Ronit, que es muy ilustrada y, a la vez muy bromista y simpática. Se mete con todos y tiene salidas como la de afirmar que los que flagelaron al Señor son ¡los españoles! Dice que fueron los soldados que Pilato se trajo de su anterior destino, que fue Tarragona en España y que los alojó precisamente en la Torre Antonia,


Saliendo de la explanada por otra puerta en el norte y cruzando una calle llegamos a la piscina de los 5 pórticos o Probática, donde el Señor curó al paralítico. En todos los lugares nos detenemos y leemos despacio el pasaje del Evangelio correspondiente, sin prisas, porque lo importante no es ver, sino estar.

¿A que no saben a quien nos encontramos también en la piscina probática?


Síiiiiiiiii! ¡los nigerianos!... Se lo tengo que contar a Mons. Fortunatus.

Al lado de la piscina de los 5 pórticos hay una iglesia de los cruzados, ahora llevada por los Padres Blancos, de Francia. Es preciosa y con una gran acústica. Tanto que nos decidimos a cantar la Salve y para mí que se oyó mejor que nunca.
Yo me escapé y bajé a la cripta porque me habían dicho que había una capilla pequeña dedicada a la Inmaculada Concepción. La encontré y, sin llamar la atención, canté el "Dulces himnos.." y recé por Nicaragua.



Dejamos la ciudadela antigua por la puerta de san Esteban (primer mártir cristiano, lapidado allí mismo) y al bus para ir a la parte moderna, al Museo de Israel, donde asombra, y nos llevó la mayor parte del tiempo, una enorme maqueta de Jerusalén en el año 60, antes de su destrucción por los romanos. Hice tantas fotos que mi celular avisó no tener capacidad de almacenamiento.


Llevamos tres días de un sol brillante. Ya no hace tanto frío.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...