viernes, 20 de marzo de 2020

Héroes con bata y mascarilla


Luisa, médico anestesista y de cuidados críticos en un hospital de Madrid:

Luisa abandona cada día el hospital casi a las seis de la tarde, pero su jornada no termina.

"Estos días no se desconecta. Cuando sales del trabajo sigues atendiendo llamadas de personas que necesitan orientación y consejo. Pero notamos que mucha gente reza por nosotros. Y nos transmiten muchos detalles de cariño"

"Es un momento único, extraordinario, de miedos e incertidumbres. Esto es algo que nos ha igualado a todos, que ha parado el país. Da lo mismo quien seas. Estamos todos en manos de Dios, con los cimientos movidos y a expensas de que esto pase"

"Mucha gente me pregunta qué hago yo para no tener miedo y les contesto que lo único que puede cambiar la historia es la oración. Les digo que le pidan a la Virgen un chubasquero invisible para no contagiarse. La gente ve que se necesita algo más para afrontar esto. Un plus, algo por encima de lo ordinario"

En su servicio trabajan unas 80 personas, y algunas están contagiadas y en aislamiento. Luisa las anima y procura estar cerca. La pandemia está tocando el interior de las personas.

"La gente está receptiva a cambios en su vida: hay compañeros que quieren estar más tiempo con sus familias. Esto es para todos una llamada de atención"

Cuando llega a casa, Luisa no puede tocar a sus hijos ni a su marido. A todos en el hospital les han dicho que se consideren positivos por coronavirus. Ella mismo tuvo algo de fiebre y malestar hace unos días. así que en casa mantienen las distancias y utilizan una solución alcohólica para lavarse.

"Ahora valoramos lo más básico, el contacto físico con el que los seres humanos nos manifestamos el cariño"

Luisa es del Opus Dei, y trata de santificar cada día su trabajo como anestesista. Su especialidad le obliga a intervenir en operaciones quirúrgicas a enfermos con coronavirus, a los que coloca un tubo en la traquea, una de las zonas con más posibilidades de contagio. así ha ocurrido con varias intervenciones a ancianas contagiadas con el virus a las que se les había fracturado la cadera. Eran operaciones que no podían esperar.

"También manejamos a los pacientes con neumonías. En la UCI quirúrgica empezamos a tener también pacientes con COVID-19 y yo estoy allí muchas horas"

Pese al riesgo de contagio, e incluso pese a notar algunos síntomas, el equipo de Luisa sigue trabajando, ofreciéndose a hacer guardias y jornadas intensivas. En su hospital todavía quedan camas, respiradores y algunas áreas vacías, aunque sabe que será por poco tiempo. Los casos se han duplicado en apenas una semana.

Pero hay una fuerza mayor que todas las dificultades que tira de ella, que tira de todos ellos. Esa fuerza es su vocación profesional, un alud que puede con todo:

"Soy médico, y esto es lo que tengo que hacer, lo que puedo hacer por los demás, y es para lo que estoy en este mundo"

(Como Luisa hay muchos. Son los profesionales que trabajan cada día en los hospitales para detener el coronavirus. Héroes con bata y mascarilla. Desde aquí, nuestro agradecimiento y oración confiada por cada uno de ellos)

No hay comentarios:

En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...